jueves, 27 de enero de 2011

De familias conservadoras

Le escribís una carta de amor. De esas que empiezan como una narración común y corriente de formato "carta" de Word, como si la otra persona está lejos. Vos entendés, querida equis, ¿como estas? ¿Tus cosas bien? Te pones romántico, casi meloso. Después de todo es tu novia. Le decís cuanto la querés, cuanto la extrañas y la razón se confunde con la pasión y el tono pasa de castaño a oscuro, con ideas que se mezclan con fantasías, con sueños que quieren ser realidad, con cuerpos desnudos, con proyecciones utópicas, con ascensores, con piletas, con fuego; el límite entre amor y sexo está roto, el costado animal, o mejor dicho, el más humano asoma a flor de piel. Escribís y percibís olores que tenes grabados en la memoria, estas cruzando un límite.

Tu instinto masculino dicta que hay que apretar CTRL + P en tu computadora y llevar ese desahogo del cuerpo plasmado en papel para que lo lea tu primo, que también es tu mejor amigo, que festeja tus ocurrencias. Después tu primo se va a jugar al futbol y deja la hoja arriba de la cama. Después su mamá, que es la hermana de tu papá va a dejar sus calzoncillos planchados, ve el papel y lo lee. Y se lo muestra a todos. Y el papel tiene nombre y apellido. Pero la tradición apunta que es un tema tabú y  nadie opinará al respecto porque no sabrían como encarar el asunto. Y vos sabes que ellos saben.

¿Vale aclarar que le paso al amigo de un amigo?

1 comentario:

  1. Asi como en la guerra, el amor
    y las cartas cursis...

    todo vale.

    aunque creo, con total seguridad, que tu nombre seguira persistiendo
    en el inconciente colectivo
    de una familia entera.

    cosas que pasan no?

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