miércoles, 9 de marzo de 2011

PinamarDeRocha

La salida por la autopista Buenos Aires  - La Plata un viernes a las seis de la tarde no es lo más recomendable, pero el folklore de los preparativos y el humor de los participantes aventureros equilibraban la balanza para tener un viaje tranquilo. ¿El destino? Pinamar, la costa atlántica, la tierra de cuatris asesinos, la casa de piluqui, el primer proyecto de Alice cuando se recibió de arquitecta.
Las cuentas eran de segundo grado. Diez personas, dos autos,  cinco para cada lado. La comitiva llego pasadas las once de la noche a la mansión Vinci, sede elegida para pasar un fin de semana entre amigos.
Siete damas y tres caballeros se reunieron en la mesa redonda para echar a la suerte lo que el “shot gun” no pudo solucionar en la cadena de mails, y luego de un turbio sorteo con escribanos sin título legalizado se decidió la ubicación de sueño de cada uno.
Steve, Domi, Vic, Clari y Fede para un lado, y apenas cruzando el pasillo Sancho, Auri, Pili, Ani y Quiru. 
Por estar lejos de entidades bancarias algunos, de la bolsa de valores otros y de la zona roja otros más, se despertó una adrenalina y euforia que intimidaría a cualquier adolescente de 17 años.
Las sabanas volaban de un cuarto a otro, los perfumes  se mezclaban y formaban nuevas fragancias, los pijamas despertaban burlas de secundaria y los gritos superaban los decibeles permitidos por la ley. Entre tanta confusión, una figura masculina con ropa interior ceñida al cuerpo despertó la histeria de la multitud. Comentarios como “nadie quiere ver a tu amigo” y respuestas como “los amigos de mis amigos son mis amigos” se escuchaban por lo bajo del lugar.
La paciencia de la moderadora y ama de llaves de la historia se vio agotada cuando empezó el campeonato regional de “veo-veo” y mando a todos a dormir sin chistar.
La mañana del sábado anunciaba bastantes nubes y probabilidad de lluvias aisladas, pero los ánimos no se vieron opacados y las tablas de barrenar estaban en el baúl del auto pidiendo a gritos deslizar esas olas mágicas.
La playa estaba semi-desierta, y ante la imposibilidad de colarse en alguna carpa, el grupo armo el campamento al lado de un mástil sin bandera. Entre ropa,  pareo, toalla, pelota, palita, juguete parecía el parque Indoamericano en plena ocupación.

Las modelos hicieron lo propio mostrando sus cuerpos a quien quisiera apreciar y aplaudir la magnífica creación sus progenitores, y los hombres metiendo panza y sacando pecho fueron a enfrentar las bravas olas de sesenta centímetros defendiéndose a capa y espada de los furiosos tiburones que atacaban incansablemente.
Pero no todo era color de rosa en la costa atlántica, porque las señoritas no perdieron el tiempo, y al ver a sus hombres jugando con las tablas de barrenar,  invirtieron todas las clases tomadas de actuación al protagonizar una escena de diez segundos en donde simulaban estar ahogándose para que el señor torneadofacha guardavidas las rescatara y posteriormente metiera la lengua en sus tráqueas para empezar el trabajo de reanimación.
La tarde culmino con un reto de futbol playero contra tres cracks ex futbolistas de importantes clubes. La condición de profesionales de los locales no intimido a nuestros valientes visitantes que venían de luchar contra la marea. El partido termino en un ajustado 5 - 4 a favor de  los amateurs y todavía se habla de la cantidad de hinchada femenina que asistió al estadio único de Pinamar.

El parrillero oficial inauguro la temporada 2011 de la comida argentina por excelencia mientras a la vera del fogón ex – Aidenses cantaban a los dioses Nubios a dos, tres y a veces cuatro voces. Las grupies alentaban a la banda y tiraban corpiños y bombachas de encaje.
Pero todo eso fue la calma que antecedió al huracán, porque entre una copa y otra se hicieron dos copas, una mas y van tres y después todo fue caos y confusión, todo fueron figuras borrosas y zumbidos en los tímpanos, todo fue una larga caminata por la cornisa de la escalera, botellas de elixir sagrado conocido como “chicha bien helada”, hasta que los teléfonos empezaron a sonar y las sirenas se reflejaron en el fondo del terreno baldío. 
Los vecinos pedían tranquilidad y cese de violencia, los cortes de calles eran inminentes y los micros escolares se sucedían en una eterna caravana pidiendo silencio y justicia.
 Y el honor pudo más que la diversión y el volumen de la música fue bajando lentamente; los Gomas Revoltosos Revolucionarios y Rudos (GRRR!) emprendieron el exilio al desierto para correr picadas clandestinas y alimentar a los peces de la zona.

El domingo prohibía la entrada al balneario local con ráfagas que iban de 100 a 105km/h en la escala Kilometroporhora, y  la mesa del desayuno daba paso a los patys.
De postre el juego de los papelitos, un clásico instalado que mueve más espectadores que un Estudiantes-Gimnasia.  No se conocen datos de los resultados finales, pero se habla de un gran desempeño actoral, mucha cultura general (enrique granger jugador de Racing 1992)  y misma sintonía para repetir la misma película diez veces.


El reloj de arena soltaba con cuentagotas los últimos granitos de arena, y solo quedaba lugar para la despedida, agua caliente para el mate y empezar a devorar asfalto cada vez con menos gusto a sal de mar.



Mucha magia para todos.