martes, 17 de noviembre de 2015

¿Como estás?

- Hola, ¿como estas?
- Y...  Estar estoy bien, pero se me complicó un poco el tema de Clari, la chica de Río Gallegos ¿te acordas? Es que un día estábamos planeando en que lugares íbamos a parar cuando hiciéramos el viaje por la ruta 40, estábamos armando programas para cuando estuviera acá, soñando un año nuevo distinto e imaginándonos los papelones de presentaciones familiares y cargadas... al otro día una carta empuja a la otra y el castillo se cae.
Y la extraño. ¿Y sabes como me di cuenta? Porque le quiero contar cosas que me pasan, aunque sean pavadas. Quiero compartir, y seguir gustando de nosotros. Quiero hacerle un montón de preguntas.
Yo se que no es para hacer un show, pero bueno.
¿Y sabes que mas? Me da bronca que no se pueda, quier..
- Flaco, para para... callate un segundo
- ¿Que?
- Bajate de mi taxi, estas loco. Fue una pregunta retorica, no hacia falta que me cuentes todo eso. Dame la bajada de bandera y bajate, no te voy a llevar.


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viernes, 16 de agosto de 2013

Cat fight

“Simón vino a este mundo para traer alegría y luz a nuestro hogar”… podría ser la frase si Simón no fuera un gato, si no fuera de una de mis hermanas, si no viviéramos en un departamento, si no odiara a los gatos y si no tuviéramos que soportar el natural “celo” del animal… y no me refiero exactamente a planteos existenciales de la señorita Duquesa al distinguido Tomás O'Malley en aristogatos, sino a celo de esos trastornos hormonales que indican que el animal en cuestión está listo para engendrar nuevos mutantes que traerán a su vez descendencia fértil y nos invadirán. Ya lo decía el señor metalero en alguna provincia del interior:
Cuestión que anoche, todo parecía un jueves normal en una semana cualquiera. Volví de la facultad, la comida estaba dispuesta en la mesa, faltaba un día para el fin de semana largo y mi horóscopo en lanacion.com vaticinaba un prometedor futuro inmediato sumando, de esta manera, un acierto más en la redacción de mi vida. Como la semana anterior: “amor: pequeños conflictos anteceden a románticas reconciliaciones”, ¡no podía ser! estos señores escriben para mí; en seguida me acorde que días atrás había tirado por error la cera de depilar de mi pareja al tacho de basura (pequeño conflicto)  luego le pedí perdón y le compré un tarro nuevo (romántica reconciliación). Sentí que había una cámara oculta en mi casa, big brother, esas cosas…
Cuando termine de comer, me dispuse a derrumbarme en un sillón a disfrutar de un puro,  polvo para estornudar y mi copita de brandy. Mientras acariciaba y peinaba mis bigotes, aprovechaba  para practicar mi risa social… y fue en la primera convulsión de esa sínica carcajada cuando sentí que mis pantalones se mojaban. Sentí la sangre en mis mejillas, pues pensé en una propia desgracia, y fue una vergonzosa confusión hasta que vi que el líquido provenía de una bolsa ubicada a unos centímetros de mi pierna. El gato había estado ahí, y esa sangre de la cara subió a mi cabeza y mis pensamientos no eran racionales, pues los deseos de imperiosa muerte eran más fuertes que cualquier otra cosa.
Hecho un katrina de chanes, fui rumbo al cuarto de mi hermana para hacer el reclamo pertinente, y frente a las preguntas de mi madre, mediadora ella, que insistía con el cuestionario ante semejante alboroto, le respondí cariñosamente que “el gato me meo los pantalones, gato de mierda”.
Entré a mi cuarto haciendo caso omiso al picaporte, y me cambié de pantalón. Mientras acomodaba el resto de la ropa, mi nariz percibió un olor acido, y fue mi mano la que confirmó, gracias  al sentido del tacto, el grado de humedad de mi colchón, de mis sabanas, de mi colcha, del resto de la ropa que había allí. Me sentí morir. Si antes quería matarlo, ahora lo quería vivo, torturarlo, llevarlo a un curso de expresión para gatos y, cuando egresara, meterlo en una batea de agua y dejarlo sin respirar para levantarlo de los pelos de la nuca segundos más tardes y que dijera con voz ahogada y ojos de “gatito de shrek” la frase más esperada… -perdón Fede, no lo voy a hacer más, me zarpe boloh… llegue medio eskabio y flashe otra. Vos sabes cómo es la birra. Mala mía. Sorry men.
Con las fuerzas que me quedaban después de pensar tantas cosas sin sentido, tiré toda la ropa al pasillo, al grito indígena de “me meo la cama y la ropa, gato de mierda”
Fui a dar una vuelta para respirar aire  fresco, oxigenar la sangre, contar hasta diez, hacer una conference call con ravi sri sri que estaba tomando el té con buda (diferencia de horario con china  por eso el té), quien también aporto sus humildes consejos a la situación.
Volví y le pedí perdón a mi hermana por mis exabruptos,  sin promesa de mejora en próximas ocasiones similares, pero con la firme intención de no ser un loco desquiciado que solo toma brandy y estornuda.
Ella puso la ropa a lavar, yo ordené el cuarto. Reinaba la paz. Triunfó la hermandad.
Me fui a acostar a la cama de Nacho, que estaba de viaje. Metí un pie. Otro.
Me tape con la sabana, levanté la colcha del piso… y me tape hasta la nariz literalmente pues agosto tiene esos días frescos todavía. Y mis labios se humedecieron. Pero no era mi saliva el producto ni mi lengua el medio… era la manta, y el pis. Y me levanté muy calmo, saque todo, lo puse a lavar, me lave la cara y las manos, puse una sabana nueva, tire lisoform® (siempre haciendo la pregunta de por qué no avanzan en su investigación aprovechando que van por la eliminación del 99,9% de los gérmenes… ¿mira si ese 0,1 es el que quedó en mi cama?) y cerré los ojos pensando “meo la cama de nacho también… gato de mierda”.

jueves, 4 de abril de 2013

Vientos pamperos

La conversación que estaba teniendo con Carola se perdió en el murmullo de las burbujas provocadas por el nuevo jacuzzi para diez personas instalado en el jardín de la casa en la que vivía con su marido, el gran magnate “mesié” Philippe.
Mis días eran perfectos en Uruguay, y mi máxima preocupación era que los tres cubitos de hielo aguantaran unos minutos más en mi vaso de coca light.
Los duendes mantenían el tanque lleno de la camioneta, y la heladera ofrecía manjares con cada nueva búsqueda.
En esa parrilla ardían las brazas de leña y una pata de cordero absorbía todo el calor que pasaba por ahí.
Ella me esperaba en el sillón del living y cuando las miradas se cruzaban se materializaba en el aire la expresión viva del amor eterno.
El cajero me daba pesos uruguayos que convertiría un rato después en dólares verdes contantes y sonantes...
PERO:
Pero desde que puse un pie en Buenos Aires, el castillo de cartas fue atacado por una suerte de viento pampero.
El taxista que me llevo desde el puerto hasta mi casa fue muy amable y se soñaba como futuro dueño de una Ford f-100 para pisar a motociclistas, ciclistas y peatones. Decidí, en consecuencia, dejarle mi celular en el asiento de atrás para ayudar con su empresa.
Mi tarjeta de crédito quedo en un cajero atrapada; realmente sigo sin poder que en pleno auge tecnológico, una máquina electrónica se equivoque 3 veces en leer bien mi clave de cuatro digitos. Aunque el problema no fue eso, sino darme vuelta y enfrentar a una fila de 12 personas sedientas de dinero.
Eso no fue nada, porque aún me quedaba mi tarjeta de debito, que ayer use la para sacar plata. Cuando ya tenía el billete en mis manos, decidí dejar el plástico ahí reposando.
Cuando llegue esta mañana al trabajo me informaron que mi área no existe más, y que el líder de la misma, quien fuera mi mentor profesional, dejaba su cargo. No por motu proprio.
Quizás te acepte un whisky hoy después de la facultad, yo invito.

martes, 5 de febrero de 2013

Me han dicho que he dicho un dicho

No por mucho madrugar amanece más temprano, me dijo papá cuando me levante, sorprendido de verme a esa hora.
A quien madruga, Dios le ayuda. Además… en boca cerrada no entran moscas, le contesté mientras buscaba el frasco de café.
Más sabe el diablo por viejo que por diablo, respondió asertivo,  y se fue a trabajar a la planta embotelladora, dejándome con la palabra en la boca.
Yo entiendo que quien te quiere bien te hará llorar, pero siento que es muy estricto. Habla como si supiera todo.

Me fui caminando al colegio de mal humor, pensando que no hay rosas sin espinas, pero mejor malo conocido que bueno por conocer.
La primera hora de literatura fue para el olvido. Mientras la profesora me entregaba la nota del examen rendido la tarde anterior, murmuraba quien siembra vientos, recoge tempestades.
Giré la cabeza y lo vi a Gonzalez con su sonrisa burlona pintada, otra vez había zafado, pero yo sabía que se había copiado.  Garabateó algo en su cuaderno y lo levanto de forma tal que solo yo lo viera: “en el país de los ciegos, el tuerto es rey”.  Quería levantarme de mi lugar y pegarle. ¡Qué deshonesto!, aunque en el fondo tenía algo de razón, pues yo no había hecho merito para aprobar. No iba a gastar pólvora en chimango.
A modo de consuelo me recordé que Dios aprieta pero no ahorca, y salí al recreo a tomar un poco de aire.  Solo faltaban dos semanas para el final de clases y muerto el perro, se acabó la rabia.

lunes, 19 de noviembre de 2012

El lunes

Todo comenzó a las nueve de la mañana:
me levanté muy contenta para ir al médico a hacerme el chequeo que pide la UBA. Me habían dado turno para las once así que, para salir con tiempo, me tomé el 109 a las diez.
- Hola señor chofer, hasta Warner y X?
- 1.20

Pasó una hora de viaje y nunca llegamos a la dirección por lo que le dije al señor chofer:
- Disculpe señor chofer, cuando llegamos a Warner?
- No pasamos por Warner, bajate acá y tomate el 109 para el otro lado
- Bomba
Me fui para el otro lado y después de un recorrido no especificado en la guía t (porque JUSTO esa parte se salía de la hoja y no seguía en ninguna otra), me bajé a ocho cuadras del médico. A todo esto ya eran casi las doce y yo estaba con doce horas de ayuno.
Llegué.


Oftalmólogo:
- leé de la F para abajo
- ... -
- F, J..
- g...no, pará, z... g!!!!
- a?

Dentista:
- dientes apiñados. Necesita ortodoncia

Señora de recepción:
- muy bien, volvé en dos semanas y te hacemos el psicológico

Salgo, me tomo el 106 hasta casa y con mis últimos 10 pesos voy al chino
- Hola Señor Pelirrojo que agarra la carne con la misma mano con la que agarra la plata, me da una milanesa de carne, por favor?
- si, como no

Llego a casa y... la cocina destruida, el horno y la mesada al lado de la heladera y el plomero diciendo que "el señor" le dijo que no iba a cocinar nadie, que trabajara tranquilo.
"Impresionante señor!!!"

Partí con mi milanesa, un huevo envuelto en diario y el paquete abierto de arroz gallo para lo de Eugenia. Corté mi milanesa en dos y... era de pollo.

Buen lunes para todos!!!!!!

viernes, 9 de noviembre de 2012

Mala suerte!

En el almuerzo le di el salero en la mano haciendo caso omiso a su cara de pánico. Salí dejando la puerta de casa sin llaves y camine unas cuadras sin rumbo fijo. Fingí una repentina sordera frente a los maullidos desconsolados de ese gato negro que segundos antes se había cruzado en mi camino; casi herré la patada, pero lo alcancé en un rapto de lucidez física, pasando por debajo de la escalera
 que usaba un arreglasemaforos municipal.
Crucé Libertador con luz verde, distraído, mandando mensajes con mi celular último modelo: el 130 me estaba esperando. Le pedí un boleto de $1,10 y me senté en el lugar reservado para discapacitados que esa amable viejecita me estaba cediendo. Le pedí a su marido, octogenario también, que me dejara poner mi mochila en su asiento. Accedió sin titubear.
Una voz ronca me despertó. El colectivero me avisaba que habíamos llegado a mi parada. Le pedí dormir 5 minutos más, pero solo me dejo 4 por la creciente impaciencia que manifestaron los otros pasajeros.
Me bajé por la puerta de adelante y me fui silbando bajito un tango que había escuchado de mi abuelo.
Antes de entrar a la facultad, vi un billete tirado. Me agache a levantarlo y era uno de $50.
No puede evitar pensar en mi mala suerte… hay gente que se encuentra de $100. Pero era viernes, tampoco me iba a andar quejando.

martes, 18 de septiembre de 2012

Te amo futbolísticamente

12 minutos del primer tiempo marcaba el reloj y ya perdíamos 3 a 0.
Se venía la goleada mundial. La humillación. Pero supimos mantenerlo ahí hasta que al final del primer tiempo el 9 nuestro metió un gol y nos fuimos al descanso 3 a 1 abajo.

Arrancó el segundo tiempo y a los pocos minutos metí un gran gol de cabeza q grite con el alma, porque sabía que se les venía la noche a ellos ahora. 3 a 2 y muchos minutos por delante.

A los 15 minutos de esto, metí otro a pura guapeada saltándole al arquero a cabecear cuando intentaba agarrarla, la pelota quedo ahí picando en la línea, el arquero vencido, y yo tirado en el piso. Pero como una arañita me las ingenié para moverme por el piso hasta el balón q picaba solo y libre a metro y medio. La empuje, y 3 a 3. Festejo, grito, quilombo. Aunque el capitán insistía, VAMOS MATIS, VAMO Q EL EMPATE NO NOS SIRVE, teniendo este mucha razón.

A la media hora de partido, el 7 nuestro mete otro gol, el 4 a 3, y quilombo. Festejo, montonera, risas, abrazos, futbol. Y ahí es cuando uno se da cuenta q nada está perdido, jamás. Pero quedaban 10 minutos de partido...

A los 3 minutos de todo esto, quedamos mal parados, no rechazamos una pelota parada y por atrás entra uno de ellos, solo. Solisimo. y sella el 4 a 4.

Sellar es una forma de decir. porque no estaba terminado. A 5 del final, pelota parada para mantis. Tiran un centro bastante malo que pica en la medialuna del área. pero yo me di cuenta q no venía bien, entonces retrocedí a buscar la bocha. Cuando la pelota pico envenenada e intente frenarla, lo que paso fue q se me levanto más aun. Y quedo ahí, en ese lugar donde los nobles y valientes siempre quieren que les quede. Ese lugar, era arriba de mi cabeza. No me quedo otra que improvisar una chilena espectacular, poner el 5 a 4 final y gritarlo como nunca en mi vida.

Hat trick, chilena, cabeza, guapeada, 5 a 4, quilombo, vida, futbol.

*Homenaje a mi ídolo del futbol amateur.