Veinte mil kilómetros marcaba el odómetro del compacto japonés. Los bolsos estaban acomodados como un tetris a escala 1:10 en el amplio baúl y los cinco pasajeros sentados de acuerdo a los lugares asignados, ganados o "shotguneados".
¿El objetivo? ¿La misión? Recorrer 376 millas de dos rutas nacionales y una provincial para salvar a un
Tatú Mulita atrapado en la base de un molino. La lista de primeros auxilios de estos médicos amateurs incluía dos bolsas de nesquik, leche, variedades de queso, salame de Tandil, alcohol suficiente para doce bombas molotov y media res.
Un matemático experto estipuló un viaje de cinco horas y media contemplando una parada de 45 minutos en algún "diente libre". Lo que el profesional no aclaró, fue que el cálculo estaba hecho para Suiza, y no para Argentina. Nadie sabía que la noche anterior Erik había visto "Rápido y Furioso", que esa mañana se robaría un Renault 19 con luces de xenón en Aldo Bonzi y que su familia lo estaría buscando por la autopista Ezeiza-Cañuelas. El doctor en números no podía prever que las rotondas de Saladillo estarían mal señalizadas y despistarían a la conductora designada. El licenciado no podía adivinar que en la R205 habría que tomar un desvío por camino de tierra lleno de lobos, zombis y camiones esperando para llevar gente a Asia para su posterior venta de órganos y trafico de huesos.
Ocho horas duro la travesía y el reloj marcaba las tres de la mañana cuando los cinco aventureros se pudieron reunir con la dueña de casa y sus dos amas de llaves para conformar el grupo de ocho
médicos sin fronteras.
La mañana mostraba un cielo despejado con agradables temperaturas; mejorando hacia la tarde.
La dueña de casa y excelente anfitriona mostraba el sendero a los presentes para arribar al tanque australiano de medidas olímpicas ubicado en el jardín de la propiedad. Una tirada de "bomba" del grupo dejo el nivel del agua en su nivel justo para empezar a girar sin descanso. A la voz de "VELOCIDAAAAAD!!!!" la máquina del tiempo se activo, el agua formo una espiral centrifuga digna de un lavarropas
mediopeloparaarriba y la violencia del remolino empezó a cobrar victimas que veían agotadas sus fuerzas de tanto caminar, saltar o nadar según las medidas corporales.
La comitiva se puso en marcha para recorrer las maquinas agrícolas y las hectáreas sembradas con girasol. Comentarios como "si hubiera sido por mí, sembraba de las otras flores" eran frases corrientes que salían de la boca de
Vic manija carioca drogui fumanchu Mc Cormick algunas personas presentes.
La agitada tarde dejo a los presentes un resto de fuerzas suficiente para un campeonato de Monopoly. Steve solo se levantaba de la mesa en el momento que le tocaba tirar los dados, a Piluqui todos la estafaron y Clari pretendía asociarse con 25 platas devaluadas y una propiedad hipotecada; tentador. Mientras tanto, las magnates Mollard (domisidro) y Cardozo mostraban su costado cruel acosando a los acreedores, abusando de las desgracias ajenas y subastando propiedades a precios londinenses. En medio de un confuso accidente en el que el auto choco al perro, Domi se quedo con el podio secundada por su novio caño potro quemadito y bastante torneado.
La mañana del domingo recibía en la mesa de desayuno a Ani que venía con su vaso y una botella de Fernet alegando que era un aperitivo para hacer tiempo mientras su hermana dejaba la cama en perfectas condiciones, ordenaba los zapatos por talle y color, y le sacaba un pedazo a la cortina para que estuviera a la misma altura que el alambrado del casco.
La radio-pasillo confirmó la noticia que tanto se temía… Auri no dejaba a Steve salir del cuarto. Cual madre de provincia del interior del país en hora de siesta con pileta sin cerco, lo tenía recluso leyendo en su cama hasta que ella se despertara. Con lágrimas en los ojos y sonrisa de libertad salió de la cárcel cerca del mediodía para hacer el último asado del fin de semana.
Qué bien acomoda el carbón decían algunos,
que mirada tan atenta y de gente bien que tiene afirmaban otros.
El viaje de regreso fue tranquilo, con los pulmones llenos de aire puro, las piernas que pedían elongación de tanto nadar, y el cuerpo rogando por un poco de jabón. Misión cumplida, fin de semana juntos, tranquilos, buenas vibras.-
- ¿Pero la misión no era salvar un peludo?
- ¡¿Un peludo?! Ahhhhhh… ¡sí! Creo que se lo comieron los perros.