lunes, 21 de mayo de 2012

¿Como se lo digo?



Querida madre,

Uno de tus peores temores se está por cumplir. Me voy a comprar una moto.
Ayer me la entregaron. Mañana voy a elegir el color. Estoy ahorrando, y cuando junte lo que me falta, voy al concesionario y que no se hable más. Toma mi plata. Dame la moto.
No quiero que te asustes, no estoy andando muy rápido. No se manejar, pero es cuestión de tiempo aprender.
Ayer llovía bastante. Si la hubiera tenido me hubiera dado miedo. Por suerte a la tarde paró y fui a probar los frenos, calcular distancias y hacerle el primer Service.
La garantía incluía el de los 1000 km, por suerte. Después me entere de lo que costaba.
Sé que te prometí que solo era para la facultad. A Pilar no voy a ir nunca en la moto, fue un pacto que hicimos antes de que esté en nuestro garaje. Solo por la ciudad. Siempre con casco.
Al hijo de Pappo se le fue la moto porque habrá estado borracho. Yo soy distinto. La vuelta por panamericana el fin de semana pasado fue lenta, nunca me cruce del carril lento. El peaje es mas barato, es otra ventaja.
Pero es ahora mamá, ahora que tengo veintipico, ¿vos nunca tuviste una moto acaso? A mí me encantaría. Aunque sea sacarme las ganas.
Buenos Aires – Mar del Plata.
La cilindrada es 125cc, no sé si entendes mucho de tamaños, no es tanto. Imaginate que una vez vi una de 1100cc, impresionante.
¿Qué me recomendas? Te pregunto ahora porque vos sufrís por estas cosas. No quiero que te sientas mal, quiero que puedas opinar vos también sobre esta elección. No es una decisión fácil, porque no solo implica un esfuerzo económico, sino que es un riesgo. Pero cuando vayamos mi moto y yo, yo y mi moto, generando esa “conexión”… esta mañana viniendo al trabajo me pasó. Fue saliendo de un semáforo en libertador, picando en punta.
Creo que la voy a pedir negra, o azul oscuro.

Tu hijo.

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