Esta mañana no andaba el subte verde. Tuve que tomar el colectivo amarillo que va por Pueyrredon que me dejaba en una calle por la que pasaba el subte rojo. Me subí con todos los negros para salir al rato y ver este cielo gris con algunos pocos pedacitos celestes.
- Entrega el marrón! – le grito un obrero de la obra de Bouchard y Lavalle a una chica que caminaba al lado mío.
Tenía unos ojazos verdes, pero se notaba que la pobre era tan blanca que por mas sol que tomara, siempre se iba a poner rosa en vez de dorada. Igual el grito la hizo ruborizar un poco.
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